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(NAPSM)—Sue, de 55 años, creció con un fumador en su casa: su padre. “Solía estar muy en contra de fumar. Hacía cosas como marcar líneas pequeñitas en los cigarrillos, romperlos y esconderlos”.

Pero aun “saber lo supermalo que fumar es para uno”, como ella dice, no le impidió probar uno cuando tenía 18 años.

“Tenía una amiga que fumaba”, dijo Sue. “Recuerdo haber estado molesta por algo y ella me dijo: ‘Aquí tienes, fúmate un cigarrillo. Te va a calmar’”.

Esa primera fumada fue el comienzo de un hábito que la ha acompañado durante toda su vida adulta y que la llevó a que le dieran un diagnóstico de cáncer de pulmón. El cáncer de pulmón es la causa principal de muertes por cáncer tanto entre los hombres como entre las mujeres en los Estados Unidos. Cada año en este país, se diagnostican más de 200 000 casos de cáncer de pulmón y cerca de 150 000 personas mueren por esta enfermedad.

Los médicos le diagnosticaron a Sue cáncer en estadio IV, que según los médicos no se puede curar, aunque se puede controlar. El cáncer se ha propagado de sus pulmones a los ganglios linfáticos. Inmediatamente empezó quimioterapia y también le hicieron 35 tratamientos de radioterapia. A pesar de su actitud positiva, dijo que el tratamiento fue muy duro. En un momento, pensó: “No puedo dar un paso más”.

Cuando Sue recibió el diagnóstico, tenía síntomas inusuales, como acumulación de líquido alrededor del corazón. Muchas veces, para los fumadores, el cáncer de pulmón presenta pocos síntomas hasta que ya está bien avanzado.

Para las personas entre los 55 y 80 años que fuman mucho (al menos 30 años-paquete, por ejemplo, 1 paquete o cajetilla diaria por 30 años), o para las personas en ese grupo de edad que fumaron bastante pero que dejaron de fumar en los últimos 15 años, el Grupo de Trabajo sobre Servicios Preventivos de los EE. UU. les recomienda que se hagan pruebas de detección cada año mediante una tomografía computarizada con dosis bajas. Las pruebas pueden detectar el cáncer cuando el tumor está todavía pequeño o no se ha extendido, lo cual ofrece más opciones de tratamiento.

Las pruebas de detección tienen tanto beneficios como riesgos potenciales. Si se detecta un presunto cáncer, esto puede llevar a que se hagan pruebas invasivas como biopsias, que pueden causar una infección, sangrado y colapso de pulmón. Las personas que estén considerando hacerse pruebas del cáncer de pulmón deben tomar la decisión junto con sus médicos o el personal de enfermería. Afortunadamente, hay recursos disponibles para los pacientes y sus proveedores de atención médica que los pueden ayudar a hablar y tomar juntos decisiones informadas.

La mejor manera de reducir su riesgo de tener cáncer de pulmón es nunca empezar a fumar. Para los que fuman, dejar de hacerlo es la mejor oportunidad que tienen de evitar el cáncer de pulmón y otras enfermedades relacionadas con el tabaco. Sue, quien está en su cuarto año de quimioterapia de mantenimiento, insta a las personas a que entiendan que fumar es una adicción a los productos de tabaco. “No comiencen, nunca. “No comiencen a fumar”, dice, y añade “pero si ya comenzaron, dejen de hacerlo en la forma que les funcione mejor”.

En los Estados Unidos, fumar se ha vinculado a cerca del 80 al 90 % de todos los cánceres de pulmón. Las personas que fuman cigarrillos tienen una probabilidad 15 a 30 veces mayor de que les dé cáncer de pulmón o mueran por esta enfermedad, que las personas que no fuman. Los riesgos aumentan conforme más tiempo haya fumado una persona y cuanto más cigarrillos fume por día. Los riesgos disminuyen después de dejar de fumar, y nunca es demasiado tarde para dejar de fumar. Aun después de que se les haya diagnosticado cáncer, dejar de fumar puede ayudar a que el tratamiento funcione mejor, reducir el riesgo de que el cáncer regrese, y mejorar la salud y la calidad de vida de los exfumadores.